Pre-argumento
In memoriam, Alberto Lapolla, gracias a
quien – sus textos, su práctica- a partir de mayo de 2010, -agregando un
año previo de preparación- entramos en
conversación con esas voces aquí señaladas por esa exclusión instituyente, inspirando una serie: Etnocentrismos en psicoanálisis.
(Hay un esbozo intra-americano-, ya presente en la página 101 de Opacidades
Nº5, enero 2008)
Etnocentrismos
en psicoanálisis: (…) Deberíamos afectar el
campo en el que surge la aserción de
Freud, -que afirma que con la aparición del monoteísmo la humanidad dio un gran
paso hacia la espiritualidad (Moisés; 3ª, 2da). Conviene conmover los
dispositivos de la “colonialidad” y abordar aquella versión comprometida en el espacio (Y el tiempo) que interrogamos.
El lacanismo ¿deja o no, de estar en
continuidad con esa aserción freudiana? (Freud no lo concibe como sencillo
“progreso”, hay un negativo señalado allí). Volver a pasar por una crítica del
monoteísmo en una de sus versiones, para lo que es necesario hacer – ¿como
llamarla? "historia”, “fenomenología” del Espíritu, en fin, un trayecto
que dilucide su incidencia inaugural americana, que es la de una “exclusión
instituyente”.
Dos reuniones semipúblicas: junio
y octubre.
SABADO POR LA MAÑANA.
UNO. "...En
estos últimos años, después de un larguísimo período de lo que parecía un
"callarse", vuelven a surgir, retornan las voces y
las iniciativas de los pueblos originarios, que se muestran ahora de muy otro
modo en la escena contemporánea. Estas voces vuelven en su lengua y con
sus identidades culturales.
Por dos
veces silenciadas, acalladas, arrasadas: en un primer tiempo por la conquista y
la colonización española; por segunda
vez en el siglo XIX, durante la constitución de los estados nacionales.
¿No sucede acaso que
ahora es posible acoger de un modo
nuevo a esas voces por sí mismas, sin mediación de los eruditos o los
universitarios que cogitan un "saber sobre" los pueblos
originarios? ¿No estamos ya en un tiempo
diferente?
DOS. Las ceremonias de asunción de Evo con
rituales aimara, son un indicio – no se sabe cuan definitivo-, de esa vuelta de
las ancestrales creencias. Pretendemos escuchar estas cuestiones que les
hacemos llegar, ¿cómo sobrevivieron sus creencias, su espíritu a la imposición
del cristianismo que les forzaba a una nueva fe?¿ cuánta memoria queda de esa
brutalidad? ¿Pueden ahora “recuperar” si eso tuviera algún sentido-, sus ritos y su fe, hay retorno – algo, un
poco, de esa identidad anterior a la llegada de los españoles...? ¿cómo
se las arreglaron desde aquella época?
TRES.
Verón, -periodista paraguayo, escribía no hace más de tres años, mientras
luchaban para recuperar el guaraní de la clandestinidad y oficializarlo: (…) “América es el único continente del mundo que
funciona sin sus lenguas propias; es el único continente donde ningún idioma
americano tiene vida normal, donde ninguna lengua americana es oficial y de
trabajo de ningún país ni de los bloques de naciones que en él se formaron”.
(…) )”No puedo imaginarme lo paradójico
que sería para los europeos que la Unión Europea funcionara sin las lenguas
europeas, que su Parlamento funcionara solamente en lenguas americanas o
asiáticas. Para dicha de los europeos, la integración de sus naciones cuenta
con 23 lenguas oficiales y de trabajo y casi todas son europeas”. Mientras
que “el guaraní, la lengua mayoritaria y
que lo identifica (al Paraguay), hablada por 86% de su población, es
discriminada y privada de ser lengua normal y de trabajo del Estado Paraguayo”[1].
¿Cómo
sobrevivieron las lenguas, como se recuperan las lenguas arrasadas, que
pudieron hacer con ellas para preservarlas en su vida cotidiana?
SÁBADO POR LA TARDE
CUATRO: ¿Porque puede ser un hito importante la llamada Junta o Debate de Valladolid? Polémica
muy releída con fines
apologéticos, algunos, son los menos, por defensores de la labor humanitaria de
España y no dejan de recordar que tal Junta había sido convocada por el mismo
rey alarmado por las noticias del trato a los indios. O apología de la cruzada
humanística de De las Casas a favor de los Indios. España está en las dos puntas.
La posición de Dussel influyó, sus textos volvieron a circular
entre nosotros en el 2009 al tiempo de una formidable performance de los
pueblos originarios mismos en todo el territorio, motivados por las actividades
de los pueblos en los países vecinos. (Bolivia lleva la delantera en una
reconstrucción compleja, jurídica- cultural).
Pero todavía es necesario discutir a Dussel
porque su contexto está acotado al debate con la modernidad europea. Lo que
está bien, pero a donde apunta nuestro debate es con lo que provisoriamente
llamamos la “postmodernidad”. ( La reunión de octubre es un inicio publico)
CINCO. Tomamos algunos de los principales textos de la
famosa polémica. Como subraya uno de
los autores[2], el descubrimiento de América trajo una
ampliación del mundo europeo conocido, el encuentro con nuevas criaturas y
nuevos territorios ponían en jaque los
fundamentos en los que ese mundo parecía sostenerse. Momento parecido al mundo
del helenismo, de caída de la forma de la ciudad estado y surgimiento del
universalismo estoico. Ahora es la crisis de la incipiente, embrionaria forma
de nación- estado en Europa.
La teoría de la Guerra justa que elabora
Ginés de Sepúlveda, tiene algunos capítulos encuadrados dentro de la tradición
de la filosofía cristiana de los siglos anteriores, imbuida de los Santos
padres y de los antiguos, sea Platón sea Aristóteles. En Sepúlveda es muy
frecuente la cita de Aristóteles, incluso se dice que una parte central de su
argumentación descansa en supuestos, premisas aristotélicas.
La noción de
justicia, avala más de una razón para entrar en la guerra, como por ejemplo, no
dejarse deñar, injuriar, o robar impunemente.
Aplicada a
los indios de América, las causas justas se especifican de la siguiente manera.
“ (…)tales
gentes [los indios], por derecho natural, deben obedecer a las personas más
humanas, más prudentes y más excelentes para ser gobernadas con mejores instituciones;
si previa advertencia rechazan tal autoridad, pueden ser obligadas a aceptarlas por las armas”.
Hay un
meollo aristotélico, que subtiende el argumento: el debido dominio de lo más
perfecto sobre lo menos perfecto, la superioridad en el ser otorga poder, y
legitima el dominio. Lo que trae como segundo tiempo, a inventariar los ítems por los que se prueba
la “barbarie delos indios, y la superioridad de los españoles. Superioridad
cultural, y militar que no justifica que uso de la fuerza para reducir los
indios a la esclavitud ni expropiarlos,
en la argumentación, la superioridad entitativa no deja de exigir
responsabilidad por parte del ejercicio de esa superioridad.
(Demócrates II) 346-L.-Sea así como lo dices, ¡oh Demócrates! y sea lícito á los cristianos
someter á su imperio las naciones bárbaras é impías y apartarlos de sus
torpezas y nefandas religiones. Y nada tengo que decir en contra de esto. Pero
si la superioridad de prudencia, virtud y religión da ese derecho á los
españoles sobre los bárbaros (…)aunque sea cierto que
en esta causa el mejor derecho está de parte de la nación que sea más prudente,
mejor, más justa y más religiosa, y en todas estas cosas, si vamos á decir la
verdad, muy pocas naciones son las que pueden compararse con España(…) cuatro
son —349→ las causas en que fundas la justicia de la guerra
hecha por los españoles á los bárbaros La primera es que siendo por naturaleza
siervos los hombres bárbaros, incultos é inhumanos, se niegan á admitir la
dominación de los que son más prudentes, poderosos y perfectos que ellos;
dominación que les traería grandísimas utilidades, siendo además cosa justa,
por derecho natural, que la materia obedezca á la forma, el cuerpo al alma, el apetito
á la razón, los brutos al hombre, la mujer al marido, los hijos al padre, lo imperfecto
á lo perfecto(…),
Una segunda causa, radica en la
“inobservancia de la ley natural” (. … ) “ el culto a lo ídolos y las
inmolaciones humanas, que consta eran familiares a esos bárbaros, son
castigados con suma justicia con la muerte de quienes los cometieron, y
con la privación de bienes ya se trate
de fieles, ya de paganos, tanto antes como después de la venida de Cristo, por
fundamentarse esa ley en el derecho natural.
No se trata de un incumplimiento de un o
algunos individuos, sino del pueblo mismo, sus autoridades y sus leyes: (…)”pero si hubiese algún pueblo tan bárbaro e
inhumano que no considerase entre las cosas torpes todos o algunos de los
crímenes que he enumerado y no los castigase con sus leyes o moral, o impusiese
penas muy suaves a los más graves, sobre todo a aquellos que más detesta la
naturaleza, o pensase que algunos deberían quedar por completo impunes de un
pueblo así se diría con razón y propiedad que no observa la ley natural”. Los
indios se encuentran en este caso, porque las inmolaciones y la idolatría
atentan contra la ley natural.
Demócrates II) (…)Nada tengo ya que replicar,
¡oh Demócrates! sobre la justicia de esta guerra y conquista, que me has
probado con fuertes razones sacadas de lo íntimo de la filosofía y de la
teología y derivadas de la misma naturaleza de las cosas y de la eterna ley de
Dios.(…)
(…) La segunda causa que has alegado es el
desterrar las torpezas nefandas y el portentoso crimen de devorar carne humana,
crímenes que ofenden á la naturaleza, para que no sigan dando culto á los
demonios en vez de dárselo á Dios, provocando con ello en altísimo grado la ira
divina con estos monstruosos ritos y con la inmolación de víctimas humanas.(…) Y
después añadiste una cosa que para mí tiene gran fuerza, y es de mucho peso
para afirmar la justicia de esta guerra, es decir, el salvar de graves injurias
á muchos inocentes mortales á quienes estos bárbaros inmolaban todos los años.
Y tú probaste que la ley divina y el derecho natural obligan á todos los
hombres á castigar y repeler, si pueden, las injurias hechas á otros hombres.
(Un comentario; es que derecho natural, ley
natural, funda un orden universal. Pero es una universalidad poco homogénea,
dado que algunos quedan afuera de ella. Desconocerla es estar sometido, quedar
expuesto al castigo de los “más representativos de esa ley”. Tiene su sheriff,
quien puede por las armas obligar a cumplirla.
(tesis al
pasar: los indios no viven de acuerdo a la ley natural, -grupal e
institucionalmente, y eso no versa sobre aspectos religiosos: hay una
evaluación sobre la civilidad, sobre la humanidad de la que se excluyen por esa
inobservancia. La noción de ley natural da un soporte a la consideración de lo
humano. Estamos lejos de la autonomía – del sujeto, del yo tipo edad moderna,
sino de una relación que funda el mínimo de humanidad respetable: es la
observancia –institucional-, de la ley natural)
Tampoco se trata del paganismo o de la
infidelidad: No se trata de que sean infieles y paganos. No se les hace la
guerra a los que adoran a otros dioses o a dios pero por otros medios: hay un
deber de cuidado con el prójimo, deber de humanidad que exige amonestar al
hereje, al idólatra o a los infieles.
(Estamos lejos del relativismo cultural) El
tercer motivo par la guerra es defender a los inocentes de los sacrificios
humanos. Subtendido por una moral que llamamos deber de humanidad que justifica
meterse en los asuntos de los otros: “Buscar
el imperio sobre aquellos cuyo bien se mira y privar a los bárbaros de la
licencia de de pecar”.
Otra causa,
que tiene sus recovecos, es la necesidad de la dominación para predicar la
fe. (Razonamiento que sublevaba a De
Las Casas).
Someterlos para facilitar que llegaran a la “luz de la verdad” por el camino más
corto. El soldado precede al misionero.
(…) “No pueden los paganos, por el solo
hecho de su infidelidad, ser castigados ni obligados a recibir la fe de Cristo
contra su voluntad, porque el creer, como dice San Agustín, depende de la
voluntad, que no puede ser forzada. Lo que sí puede hacer, en cambio, es
apartarles de los crímenes”.
Supuestamente le interesa sobre todo, la
evangelización de los indios, entonces, luego, como consecuencia, haya que
pacificarlos por la guerra para erradicar sus costumbres antinaturales, y de
paso salvar inocentes.
(Demócrates II)(…) En
cuarto lugar probaste con adecuadas razones que la religión cristiana debe ser
propagada por medio de la predicación evangélica siempre que se presente
ocasión para ello, y ahora está abierto y seguro el camino á los predicadores y
maestros de las costumbres y de la religión; y tan seguro está que no sólo
pueden (…) —350→ —351→ predicar por donde quieran la doctrina
evangélica, sino que se ha desterrado de los pueblos bárbaros todo temor de sus
príncipes y sacerdotes para que puedan libre é impunemente recibir la religión
cristiana, desterrados en lo posible todos los obstáculos y especialmente el
culto de los ídolos, renovando la piadosa y justísima ley del emperador
Constantino contra los paganos y la idolatría (…)
Hasta ahora, las distinciones y pliegues que
encuentra Martínez Castilla en el texto de Sepúlveda no tienen equivalentes a
la vista. Son buenos señalamientos.
Uno de ellos es la base múltiple de los
supuestos filosóficos. Hay un pluralismo aristotélico, Agregado a un monismo estoico que sostiene
una suerte de sociedad universal, y la doctrina de la guerra justa agustiniana.
Todo eso junto para argumentar la relación del orden europeo viejo y las nuevas
tierras y habitantes descubiertos.
Un punto: Adopta de Aristóteles, los grados
del ser. Lo más perfecto y lo menos perfecto. Son grados diversos de la
naturaleza. Lo más perfecto domina con derecho sobre lo menos perfecto. Con
esta doctrina elabora la teoría del derecho natural o la ley natural. Es lo que los hombres virtuosos consideran
que es. Es captable por la virtud de los hombres virtuosos, por lo tanto es una
teoría aristocrática de la ley y el derecho natural. Los indios, como carecen
de esa captación, no siendo hombres virtuosos, tienen que ser gobernados por
otros, o sea tutelados, por hombre s virtuosos, que capten lo mejor que ellos no
pueden, y “se los ordenen, se los impongan”.
Otro punto: La doctrina estoica cristiana,
que es muy fuerte, dice que la ley natural
es la imagen de la ley eterna en el hombre. Todos los hombres pueden
conocer la ley natural, lo que da un clima más democrático y universalista. Es
como la diferencia entre el voto calificado y el voto universal. El trasfondo
estoico-cristiano elimina el soporte
para diferencias siervos- señores. Sepúlveda es bastante aristotélico y
aristocrático. Justifica el dominio: Sin embargo, se contradice en tanto el
hombre es universal, y lo humano en el hombre no podría ser cosificado como
esclavo, sin poner en tela de juicio su humanidad. La cosificación o la menor
humanidad atribuida se contradicen con la atribución universal de lo humano.
Todo el problema que intentamos dilucidar,
están esta pagina (131) bastante formulado es como las doctrinas preinscriben
el lugar del indio, y a su vez, que ellas no son sin contradicciones.
Fractura entonces entre el fondo aristotélico
y el estoico cristiano. De donde Sepúlveda sale
distinguiendo entre la condición “natural” y la condición jurídica del indio. Igualdad de humanidad, pero diferencia en
cuanto a la costumbre y la cultura. Luego, diferencia jurídica entre españoles
e indígenas. Hay “transmisibilidad moral y cultural”. Se pliegan a los
españoles para recibir la razón y la prudencia.
“Incivilidad natural”, es un rasgo primero de su condición jurídica. Que
se deriva de su condición natural.
La +condición jurídica depende entonces de su
“incivilidad natural”. Deben estar bajo “protectorado”. No
esclavos. Pero si se rebelan
pueden ser esclavizados. Pierden derecho de vasallos. Según oponen o no
resistencia. Esclavizar, y despojar de sus bienes, es un derecho de los
vencedores. Y no proviene del hecho de que hayan perdido su condición
humana. Esa especie de protectorado se
ejercía en las encomiendas, que eran trabajo casi esclavo, lo que le hizo mala
fama, por no oponerse claramente a ella.
Sepúlveda también tuvo en cuenta a los
Doctores de la iglesia, lo que atenúa el aristotelismo. Santo Tomas divide en
Ley eterna, ley natural y ley positiva: La razón divina, imprime s sello en la
naturaleza, en la diversidad de ella. Es el designio presente en todas las
cosas de la creación. L ley natural es un “conjunto racional de
preceptos”. Algunos se perciben
directamente, otros son derivados por el ejercicio dela razón.
Entonces, según el tomismo, en los indios,
estaría la ley natural en cuanto impresa por la ley eterna, pero hay una
segunda consideración, segundo principios, que no estaría derivados de ella,
por la oscuridad de su razón. Tienen lo básico sin desarrollar.
Inobservancia de la ley natural es la inobservancia
de principios secundarios, que provienen de una elaboración racional, que
presupone la educación el ejercicio de la virtud.
De la fina
consideración de las contradicciones de Sepúlveda, proviene esta conclusión de
Martínez Castilla[3]:
“En conclusión, los indios: hombres son ,
incivilizados y bárbaros, apartados de la recta razón por sus costumbres y
hábitos inhumanos, que deben someterse a los españoles, los cuáles deberán
cumplir con el deber de humanidad y por caridad, apartar a ls indios del camino
a la perdición, insertándolos en su sociedad bajo un protectorado que
paulatinamente aumente la libertad y participación de los indios en la
comunidad. Ésta es la aspiración de Sepúlveda, no esclavizar a los indios, sino
someterlos educarlos y civilizarlos”.
SEIS: De las Casas llegó de joven a América con su
padre, fue encomendero. Probablemente lo
que testimonia en Brevísima relación de la
destruición de las Indias, colegida por el obispo don fray Bartolomé de Las
Casas o Casaus, de la orden de Santo Domingo, año 1552, fue parte de lo que
vió en esa juventud, describiendo en pocas páginas el horror de esos primeros
cuarenta años de instalación de los españoles en América Central, Santo
Domingo, Cuba, Puerto Rico etc.
Horror por la brutalidad, por la matanza inicial a la que fueron
sometidos los indígenas, que no parecían especialmente organizados para
resistir. De lo que vió en esa época, de
joven encomendero. Seguramente proviene ese texto que donde apasionadamente objeta el dispositivo de la
encomienda. (Bartolomé
de las Casas, Razones por las que no se
debe dar los indios a los españoles en encomienda. (1542), en Bartolomé de
las Casas, Cristianismo y defensa del
indio americano, selección e introducción de Francisco Fernandez Buey, op.cit, p.29.)
SIETE: Contra
los perseguidores y calumniadores de los pueblos del nuevo mundo descubierto en
el océano (1550-1551), en Bartolomé de las Casas, Cristianismo y defensa del indio americano, selección e
introducción de Francisco Fernandez
Buey, op. cit p.39, que es pareciera, un fragmento de la Apología.
OCHO:
Fragmentos
“Contra los perseguidores…”
La tercera clase de bárbaros en sentido propio y estricto, son aquellos que por propio y pésimo instinto
son crueles, feroces, estólidos, estúpidos y ajenos a la razón; no se
gobiernan de acuerdo con las leyes y el
derecho, ni cultivan la amistad ni tienen constituida la república o la ciudad
de una manera política; es más carecen de príncipe, leyes e instituciones:
Estos no contraen matrimonio, conformándose a ciertos ritos; finalmente no
tienen ningún comercio humano, no venden
ni compran, no dan ni toman en arriendo, no contraen sociedades, no
conocen las instituciones jurídicas de depósito, arriendo y comodato;
finalmente, no está en uso entre ellos ninguno de los contratos del Derecho de
Gentes a que se refiere el Digesto ( sobre el Derecho natural y de gentes.
Éstos
son bárbaros en sentido absoluto y estricto, (….) A éstos se refiere el Filósofo, cuando dice
de ellos que son siervos por naturaleza,
pues carecen de gobierno natural y de instituciones políticas, ya que entre
ellos no hay ningún orden, no están sometidos a nadie ni tienen ningún
príncipe. (…) entre éstos nadie sobresale en prudencia de manera que sea digno
de ser príncipe, ni domina en ellos tal habilidad y rectitud de juicio que
quieran elegir …carecen de leyes a las que teman o rijan todas sus actuaciones.
Finalmente al no llevar una vida sociable, su vida es muy semejante a los
animales, y, al distar mucho de los demás hombres en la actividad del ingenio y
las costumbres, son propensos a hacer
daño a los demás hombres, son pendencieros, litigiosos, ávidos de guerra e
inclinados a toda crueldad, como las fieras y las aves de rapiña. Por lo cual
no son libres por naturaleza; Contra éstos cita el filósofo el reproche de
Homero a cierta persona a quien llama insocial
(…)
Este
tal es llamado “fuera de la ley”, porque no obedece al imperio de ninguna ley.
Lo llama inquieto y faccioso, y finalmente impio y criminal porque no puede
atemperar sus actos al dictamen de la justa razón. Todo esto lo hace ávido de
contiendas y propenso y expuesto a todo mal.
(…)
Los bárbaros de esta clase son raros en cualquier parte del mundo y pocos en número…. Y al final cita su obra De único vocationis modo…: “que sería imposible que en cualquier parte del mundo se pueda encontrar toda una raza, nación o región que carezcan de tanta humanidad que no se puedan gobernar a sí mismas…!!!! (Está discutiendo la teoría De Sepúlveda por la parte más filosa: la de que hay tales bárbaros, propiamente dichos que son siervos por naturaleza, porque no pueden gobernarse rpo si; respondiendo, no son tanto como una nación, o una raza. Son pocos; objeta de entrada la aplicación masiva a los Indios!!)
Los bárbaros de esta clase son raros en cualquier parte del mundo y pocos en número…. Y al final cita su obra De único vocationis modo…: “que sería imposible que en cualquier parte del mundo se pueda encontrar toda una raza, nación o región que carezcan de tanta humanidad que no se puedan gobernar a sí mismas…!!!! (Está discutiendo la teoría De Sepúlveda por la parte más filosa: la de que hay tales bárbaros, propiamente dichos que son siervos por naturaleza, porque no pueden gobernarse rpo si; respondiendo, no son tanto como una nación, o una raza. Son pocos; objeta de entrada la aplicación masiva a los Indios!!)
Por lo tanto, se aplica a ellos, el texto de la Política, que dice
que éstos bárbaros deben ser gobernados por los griegos, por personas dotadas
de razón…(por la brutalidad y por el entorpecimiento de su entendimiento, los
hace siervos!! (…) conviene que sean gobernados por otros y sean por éstos
educados a vivir política y humanamente (…)
¡! Añade el Filósofo, que es lícito
que tales bárbaros sean capturados y cazados como fieras para ser atraídos a
un recto modo de vida. A propósito de
ésto hay que hacer dos observaciones: En primer lugar, que el obligar a los
bárbaros a que vivan humanamente y políticamente no es lícito a cualquiera,
sino solamente a lso prícipes y jefes de estado. En segundo lugar, se debe
tener presente que los bárbaros, contra la rígida afirmación del filósofo, no
deben ser obligados sino que deben ser mansamente persuadidos y atraídos con
caridad a adoptar las mejores costumbres
Por
lo tanto, aunque el Filósofo, desconocedor de la verdad y caridad cristiana,
escribía que los sabios pueden cazar a los bárbaros, como si éstos fueran
fieras, nadie entienda por ellos que los bárbaros deben ser matados o sometidos a trabajos
inocuos, crueles, duros y rígidos como
jumentos, y que con tal fin pueden ser buscados y capturados por los más
sabios.
No todos los bárbaros son siervos por
naturaleza. (…)
aparece de manera manifiesta las distinción que hace el Filósofo entre las dos
citadas clases de bárbaros; pues aquellos a quienes se refiere en el Primer
libro dela Política, y de quienes acabamos de hablar son simplemente los
bárbaros en el sentido propio y estricto del término, a saber los necios y
faltos de razón suficiente para gobernarse, que viven sin ley, sin rey; por
todo lo cual son por naturaleza indignos de gobernarse.
(…)
Ahora bien, en el tercer libro de la misma obra, se refiere a otra clase de”
bárbaros”, y concede y afirma que éstos tienen un legítimo, justo y natural
gobierno, aunque carezca del arte o ejercicio de las letras, pues no le falta
la prudencia y habilidad para regirse o gobernarse tanto pública como
privadamente. Por tanto, tienen reinos, comunidades y ciudades que rigen
prudentemente con leyes e instituciones consuetudinarias: así, su gobierno es
legítimo y natural, aunque se asemeje un tanto a la tiranía. De todo o cual se
infiere que los reyes de tales bárbaros están dotados de razón (…)
Por lo tanto, no todos los bárbaros carecen
de razón ni son siervos por naturaleza o indignos de gobernarse a sí mismos:
Luego algunos bárbaros justamente y por naturaleza tienen reinos y dignidades
reales, jurisdicciones y leyes buenas (…)
Y si enseñamos que entre nuestros indios que
habitan las regiones occidentales y meridionales (…) existen reinos ilustres,
grandes masas de hombres que viven conformes a un régimen político y social,
hay grandes ciudades, reyes, jueces y leyes..(…) ¿acaso no quedará probado que
el reverendo Dr Sepúlveda, viciosa y culpablemente, ya por ignorancia, ya por
malicia, falseó contra tales gentes la doctrina de Aristóteles y por lo tanto
de manera falsa y tal vez irreparable infamó a aquellas gentes de todo el orbe?
Los indios son capaces de gobernarse a sí
mismos. Pues del hecho de que sean bárbaros, no se
deduce que los indios sean incapaces de gobernarse a sí mismos y que deban ser gobernados por otros, salvo que deben ser
instruidos en la fe católica (…)
Y si por el hecho de haber sido inexpertos en
materia de bellas letras deben ser dominados, que Sepúlveda se entere de lo que
dice Pompeyo: “los españoles no pudieron aceptar el yugo de Provincia
conquistada hasta que Cesar Augusto dominando el orbe, trasladó hacia ellos sus
armas, y dio forma de provincia aquél pueblo fiero y bárbaro, haciéndolo
aceptar un género de vida más culto”. Como vemos el pueblo hispano, es llamado
fiero y bárbaro: me gustaría oir la respuesta de Sepúlveda, con su prudencia,
de a esta pregunta: ¿acaso considera justa la guerra de los romanos contra los
españoles para liberar a éstos de su barbarie? O a su vez, ¿acaso los españoles hacían una guerra
injusta al defenderse tan valientemente contar los romanos?
La población india no es de este género de
barbarie ni es necia ni estúpida, sino dócil y especialmente ingeniosa para
todas las artes liberales y muy dispuesta a aceptar, cultivar y observarla
religión cristiana (…)
Además son tan peritos en cualquier arte
mecánica que con pleno derecho deban a anteponerse por tal fama a todas las
gentes del mundo conocido. (…)
Para la cuarta clase de bárbaros, los
no-cristianos.
“Todo
pueblo por muy bien gobernado que esté; todo hombre, por gran filósofo que sea,
está expuesto ala más completa barbarie, esto es, a la barbarie del vicio, si
no está imbuido de los misterios de la filosofía cristiana”.(…) La fe
cristiana trae la gracia …, la cual quita toda inmundicia y necedad de los
corazones humanos. Esto se puso de manifiesto en el pueblo romano, famosos y
alabado en su época por sus virtudes políticas, por su prudencia y por el alto
grado de su civilización, el cual quiso dictar leyes a su arbitrio a los demás
pueblos de la tierra: Ahora bien este pueblo ¿A cuanto nefandos vicios y
abominaciones no estuvo expuesto, sobre todo en aquellos torpísimos juegos y
abominables inmolaciones? Me refiero a los juegos circenses, a las
representaciones teatrales y a los obscenísimos sacrificios a los dioses
Príapo, y Baco, en los que las ceremonias eran deshonestas, deformes y ajenas a
la recta razón ()…)
NUEVE: El artículo de Alfonso Esponera Cerdán, Bartolomé de las Casas y la esclavización de los negros, según las aportaciones
de… Pérez Fernández, OP (+2001)
Universidad de Valencia (PDF, está en la red), alude al hecho de el joven de las Casas pretendió solucionar el problema de los
indígenas, con la importación de esclavos negros o blancos, de Africa o Europa.
En Historia de las Indias,
1540-1554, once capítulos del libro
primero, reconoce ceguera con guanches y habitantes de Guinea. Los primeros
esclavistas son los portugueses. De las Casas se aviva, que el reclutamiento de
esclavos no proviene a secas de la legítima disposición de los vencidos en la
guerra sino de los “cazados”. La esclavitud tenía una licitud de época. Para
1545 o 46, conoció Lisboa que era el centro de la Trata y liberó a un tal Pedro de Carmona. Los textos de la época
ya testimonian que critica el trato despiadado a los esclavos “legitimos”-,
digamos así.
DIEZ:
Si tuviera que sintetizar,
diría que toda la infraestructura nocional aristotélica, la metafísica de lo
mejor y lo inferior, toda la argumentación jurídica que descansa en el derecho
natural o la ley natural, viene a justificar – con todas las precauciones del
caso, la precedencia del soldado sobre el misionero. La guerra prepara la paz,
donde luego se inserta el misionero con su Mensaje.
Me parece que el tono pasional de De las Casas,
responde a una vena que da una preferencia absoluta a las condiciones de la evangelización, habiendo una suerte de
tríadas subyacente que le da un tono de absoluto religioso. El experimento de la Vera Paz proviene de esa
mística, que es acompañada de las mejores razones teológicas.
misión (de Cristo y la Iglesia), evangelización, conversión.
Y esa tríada supone efectivamente la libertad de aquellos a los que ese mensaje
se dirige. El choque es mayor, tiene un lado objetivo, - la precedencia de la
religión y un lado subjetivo, hay una suerte de antropología o psicología de
los indígenas que acompaña cada una de las posiciones.
Un punto final para resaltar. Es verdad, la misión de llevar el mensaje
requiere el presupuesto de la libertad, porque no hay conversión válida por la
fuerza, por intimidación y terror. Sin embargo, hay un punto en común enlos dos
lados de esta historia del siglo XVI. Ni
el soldado ni el misionero dejan vivir tranquilos al otro. Necesitan su
rendición, o su sometimiento, por mínimo, suave y dulce que uno imagina el
ejercicio del señorío de la Corona. El misionero, insiste en convertir, en que
el otro abandone sus creencia, se dirige al alma del otro desconforme con el
estado de ella, considerando que tiene un estado mejor que ofrecer, un remedio
mejor con el que curar la derelicción en la que viviría. Le inventa una
inferioridad, para venderle el asociarse el agruparse con espíritus que habrían
sufrido alguna mutación decisiva en su calidad espiritual.
En De las
Casas hay un escándalo del que se hace eco, que él mismo padece y es que la
supuesta superioridad de la forma cristiana de vida que supuestamente habría
cuajado en España, se contradice con la brutalidad de la crueldad en el
sometimiento y la angurria que sus connacionales ejercieron por simple codicia.
Ese3 escándalo en el que vive, es la
fractura interna al mensaje que trasporta y del que se hace portador absoluto,
privilegiado.
ONCE: FRAGMENTOS,
Ginés de Sepúlveda.
346-L.-Sea así como
lo dices, ¡oh Demócrates! y sea lícito á los cristianos someter á su
imperio
las naciones bárbaras é impías y apartarlos de sus torpezas y nefandas
religiones.
Y nada tengo que decir en contra de esto. Pero si la superioridad de prudencia,
virtud y religión da ese derecho á los españoles sobre los bárbaros, ¿por qué
no del mismo modo y con derecho igual hubieran podido vindicar este dominio los
franceses ó los italianos; en suma, cualquiera nación cristiana que sea más
prudente, poderosa y humana que los bárbaros?
D.-Yo creo que la
cuestión, en principio, puede ser materia de duda ó disputa,
aunque sea cierto que en esta causa el mejor derecho está de parte
de la nación que sea más prudente, mejor, más justa y más religiosa, y en todas
estas cosas, si vamos á decir la verdad, muy pocas naciones son las que pueden
compararse con España. Pero hoy ya por el derecho de gentes, que da el derecho
de las tierras desiertas á los que las ocupen, y por el privilegio del
Pontífice máximo se ha conseguido que el imperio de estos bárbaros pertenezca
legítimamente á los españoles. No porque aquellas regiones
carecieran de legítimos señores que hubieran podido, con perfecto
derecho, excluir á los extranjeros y prohibirles la explotación de las minas de
oro y de plata y la pesca de las margaritas cada cual en su reino; pues así
como los campos y los predios tienen sus
dueños, así toda la región y cuanto en ella hay y los mares y los
ríos, son de la república
ó de l os príncipes, como enseñan los jurisconsultos, aunque para
ciertos usos sean
comunes; sino porque los hombres que ocupaban aquellas regiones
carecían del trato de los cristianos y de las gentes civilizadas, y además por
el decreto y privilegio del sumo
sacerdote y vicario de Cristo, á cuya potestad y oficio pertenece
sosegar las disensiones entre los príncipes cristianos, evitar las ocasiones de
ellas y extender por todos los caminos racionales y justos la religión
cristiana. El sumo Pontífice, pues, dió este imperio á quien tuvo por
conveniente.
L. Nada tengo ya que
replicar, ¡oh Demócrates! sobre la justicia de esta guerra y
conquista, que me has probado con fuertes razones sacadas de lo
íntimo de la filosofía y de la teología y derivadas de la misma naturaleza de
las cosas y de la eterna ley de Dios.
Te confieso que después de
haber oído tu disertación he salido de todas las dudas y
escrúpulos en que estaba. Reduciendo, pues, á breve suma toda la
doctrina que has
expuesto, cuatro son
—349→
las
causas en que fundas la justicia de la guerra hecha por los españoles á los
bárbaros
La
primera es que siendo por naturaleza siervos los hombres bárbaros, incultos é
inhumanos,
se niegan á admitir la dominación de los que son más prudentes, poderosos y
perfectos que ellos; dominación que les traería grandísimas utilidades, siendo
además cosa justa, por derecho natural, que la materia obedezca á la forma, el
cuerpo al alma, el apetito á la razón, los brutos al hombre, la mujer al
marido, los hijos al padre, lo imperfecto á lo perfecto, lo peor á lo mejor,
para bien universal de todas las cosas. Este es el orden natural que la ley
divina y eterna manda observar siempre. Y tal doctrina la has confirmado no
solamente con la autoridad de Aristóteles, á quien todos los filósofos y
teólogos más excelentes veneran como maestro de la justicia y de las demás
virtudes morales y como sagacísimo intérprete de la naturaleza y de las leyes
naturales, sino también con las palabras de Santo Tomás, á quien puede
considerarse como el príncipe de los teólogos escolásticos, comentador y émulo
de Aristóteles en explicar las leyes de la naturaleza, que como tú has
declarado, son todas leyes divinas y emanadas de la ley eterna.
La segunda causa que has alegado es el
desterrar las torpezas nefandas y el
portentoso
crimen de devorar carne humana, crímenes que ofenden á la naturaleza, para que
no sigan dando culto á los demonios en vez de dárselo á Dios, provocando con
ello en altísimo grado la ira divina con estos monstruosos ritos y con la
inmolación de
víctimas
humanas. Y después añadiste una cosa que para mí tiene gran fuerza, y es de
mucho
peso para afirmar la justicia de esta guerra, es decir, el salvar de graves
injurias á muchos inocentes mortales á quienes estos bárbaros inmolaban todos
los años. Y tú
probaste
que la ley divina y el derecho natural obligan á todos los hombres á castigar y
repeler,
si pueden, las injurias hechas á otros hombres.
En cuarto lugar
probaste con adecuadas razones que la religión cristiana debe ser propagada por
medio de la predicación evangélica siempre que se presente ocasión para ello, y
ahora está abierto y seguro el camino á los predicadores y maestros de las
costumbres y de la religión; y tan seguro está que no sólo pueden
—350→ —351→
predicar por donde
quieran la doctrina evangélica, sino que se ha desterrado de los
pueblos bárbaros todo temor de sus príncipes y sacerdotes para que
puedan libre é
impunemente recibir la religión cristiana, desterrados en lo
posible todos los obstáculos
y especialmente el culto de los ídolos, renovando la piadosa y
justísima ley del
emperador Constantino contra los paganos y la idolatría; todo lo
cual has probado con
autoridad de San Agustín y de San Cipriano, y es evidente que nada
de esto hubiera
podido hacerse sitio sometiendo á los bárbaros con guerra ó
pacificándolos de cualquier otro modo.
Y en apoyo de
todas estas razones has traído el ejemplo de los romanos, cuyo
imperio sobre las demás naciones es justo y legítimo, y eso que tú
has declarado que
para esto hubo muy menores causas. Y tampoco creíste deber pasar
en silencio el
decreto y autoridad del Sumo Sacerdote y Vicario de Cristo. Pero
al afirmar la justicia
de esta guerra y de este dominio no has tenido reparo en condenar
la temeridad,
crueldad y avaricia de muchos, y añadiste que la culpa de estos
crímenes perpetrados
por los soldados ó por los capitanes recae en los príncipes
mismos, y que serán
responsables de ellos ante el juicio de Dios, si no procuran con
mucho ahínco y por
todos los medios posibles que los hombres injustos no cometan
semejantes atentados.
¿Crees que he recopilado bien, aunque en pocas palabras, las
razones que tú largamente has expuesto para defender la justicia de esta
guerra?
D.-Perfectamente las
has compendiado.
L. -Lleguemos pues,
si te place, á otra cuestión que suele disputarse con no menor
variedad de pareceres entre los hombres buenos y piadosos. Porque
estos hombres sean bárbaros y siervos por naturaleza, y aunque se añada á esto
el pecado nefando y la idolatría ¿será justo que los hombres inteligentes,
rectos y probos vayan á despojarlos de sus campos y ciudades y de todos sus
bienes y su libertad civil, lo cual, según tengo entendido, han hecho muchos
con grande avaricia y crueldad? ¿Y porque esos infelices hayan nacido para
servir y no para mandar, deberán carecer de libertad civil? ¿Por qué sean
viciosos y no profesen la religión cristiana, dejarán de ser legítimos dueños
de sus casas y de sus predios?
—352→
Aunque sea, pues, justo y conforme á la
naturaleza que cada cual use de su
libertad
natural, la razón, sin embargo, y la natural necesidad de los hombres, ha
probado,
con tácita aquiescencia de todos los pueblos, que cuando se llega al trance de
las
armas, los vencidos en justa guerra queden siervos de los vencedores, no
solamente
porque
el que vence excede en alguna virtud al vencido, como los filósofos enseñan, y
porque
es justo en derecho natural que lo imperfecto obedezca á lo más perfecto, sino
también
para que con esta codicia prefieran los hombres salvar la vida á los vencidos
(que
por esto se llaman siervos, de servare) en vez de matarlos: por donde se ve que
este género de servidumbre es necesario para la defensa y conservación de la
sociedad
humana.
Pues como enseñan los filósofos y muchas veces he repetido, hay cierta sociedad
de todos los hombres entre sí. Lo que es necesario para la defensa da la sociedad
natural, ha de ser justo por ley de naturaleza, según testifican los varones
más sabios. Los filósofos enseñan que todo lo que ha sido introducido por
necesidad humana se funda en el derecho natural.
Perdida la libertad, ¿cómo han de
retenerse los bienes? El pasar estos á poder de los vencedores hará que estos
procedan con mayor templanza y se abstengan de incendiar los edificios y
devastar los campos. Salvados así los hombres, los edificios y los árboles, todavía
no resulta pésima la condición de los vencidos, y siempre queda la esperanza de
siempre queda la esperanza de que la clemencia de los vencedores pueda
restituirles la libertad y aun los bienes, si no con las condiciones más
favorables, á lo menos con tolerables condiciones, como vemos que muchas veces
lo hacen hasta hombres no enteramente humanos, cuando á ello no se opone la
dureza y pertinacia con que hayan resistido los vencidos. Fundado en esta razón
de necesidad humana, juzgo que esta ley de la guerra ha sido sancionada y
aprobada por el derecho de gentes, y que habiendo sido confirmada por las
costumbres y el asentimiento de todo el género humano, no es lícito dudar de su
justicia, porque el consenso común de los hombres sobre alguna cosa es interpre
—358→
Pero aunque por el
derecho de gentes los cautivos hechos en justa guerra pasen á poder de los
vencedores, sin embargo, dentro de las costumbres cristianas, los cautivos son
únicamente despojados, pero no reducidos á servidumbre, y solamente á los ricos
se les obliga á un rescate. Por consiguiente, la justa guerra es causa de justa
esclavitud, la cual, contraída por el derecho de gentes, lleva consigo la pérdida
de la libertad y de los bienes. Pero por lo que toca á estos bárbaros, hay que
hacer distinción entre aquellos que resistieron con las armas á los españoles y
fueron vencidos por ellos, y aquellos otros que por prudencia ó por temor se
entregaron á merced y potestad de los cristianos. Así como de la fortuna y
libertad de aquellos puede decidir á su arbitrio el vencedor, así el reducir
los otros á servidumbre y despojarlos de
sus
—360→
Es obligación de un príncipe bueno y religioso tener cuenta en los
rendidos con la justicia, en los vencidos con la humanidad, y no consentir
crueldades ni contra unos ni contra otros, considerando también que así como
los españoles, si llevaban buen propósito, tenían justa y piadosa causa para
hacer la guerra, así también ellos tuvieron causa probable para rechazar la
fuerza con la fuerza, no habiendo conocido todavía la justicia y la verdad que
no podía ser conocida en pocos días ni por la sola afirmación de los
cristianos, y que solo después de largo tiempo y por las obras mismas podía
hacerse manifiesta; y así ni ha de culparse á los españoles porque llevando tan
honrosa empresa les concediesen tiempo breve para deliberar, sin perder el
tiempo en inútiles dilaciones, ni tampoco se ha de acusar á los bárbaros porque
juzgasen cosa dura hacer tal mutación en su modo de vivir, solo porque se lo
dijesen hombres ignorados y extraños. Sería, pues, contra toda equidad el
—362→
reducir
á servidumbre á estos bárbaros por la sola culpa de haber hecho resistencia en
la guerra, á no ser aquellos que por su crueldad, pertinacia, perfidia y
rebelión se hubiesen hecho dignos de que los vencedores los tratasen más bien
según la rigurosa equidad que según el derecho de la guerra.
L.-De manera, que te parecería
disposición muy humana y liberal el que aquellos
bárbaros
que han recibido la religión cristiana y no rechazan el señorío del príncipe de
España,
disfrutasen de iguales derechos que los demás cristianos y que los españoles
que
están sometidos al imperio del rey.
D.-Por el contrario, me parecería
cosa muy absurda, pues nada hay más contrario á la
justicia
distributiva que dar iguales derechos á cosas desiguales lo cual se ha de
evitar no sólo en los hombres tomados particularmente, sino también en la
totalidad de las naciones, porque la varia condición de los hombres produce
varias formas de gobierno y diversas especies de imperio justo. Á los hombres
probos, humanos é inteligentes, les conviene el imperio civil, que es acomodado á hombres libres, ó el poder regio, que
imita al paterno; á los bárbaros y á los que tienen poca discreción y humanidad
les conviene el dominio heril y
por eso no solamente los filósofos, sino también los teólogos más excelentes,
na dudan en afirmar que hay algunas naciones á las cuales conviene el dominio
heril más bien que el regio ó el civil; y esto lo fundan en dos razones: ó en
que son siervos por naturaleza, como los que nacen en ciertas regiones y climas del mundo, ó en que por la depravación de las
costumbres ó por otra causa, no pueden ser contenidos de otro modo dentro de
los términos del deber. Una y otra causa concurren en estos bárbaros, todavía
no bien pacificados. Tanta diferencia, pues, como la que hay entre pueblos
libres y pueblos que por naturaleza son esclavos, otra tanta
—364→
debe
mediar entre el gobierno que se aplique á los españoles y el que se aplique á
estos
bárbaros:
para los unos conviene el imperio regio, para los otros el heril. El imperio regio, como dicen
los filósofos, es muy semejante á la administración doméstica, porque en cierto
modo la casa viene á ser un reino, y viceversa, el reino es una administración doméstica
de una ciudad y de una nación ó de muchas. Al modo, pues, que en una casa grande hay hijos y siervos, y mezclados con
unos y otros, ministros ó criados de
condición libre, y sobre todos ellos impera el justo y humano padre de
familias, pero no del mismo modo ni con igual género de dominio, digo yo que á
los españoles debe el rey óptimo y justo, si quiere, como debe, imitar á tal
padre de familias, gobernarlos con imperio casi paternal; y á los bárbaros
tratarlos como ministros ó servidores, pero de condición libre, con cierto
imperio mixto y templado de heril y paternal, según su condición y según lo exijan los tiempos.
-BIBLIOGRAFÏA:
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las disputas o controversias De las Casas- Ginés de Sepúlveda,
están recogidos en esta dirección: http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/fray-bartolome-de-las-casas-disputa-o-controversia-con-gines-de-sepulveda-contendiendo-acerca-de-la-licitud-de-las-conquistas-de-las-indias--0/html/
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- Bartolomé de las Casas, Razones por las que no se debe dar los indios a los españoles en
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los perseguidores y calumniadores de los pueblos del nuevo mundo descubierto en
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Buey, op. cit p.39. ( pareciera un fragmento de la Apología)
- Bartolomé de las Casas, De
la brevísima relación de la destrucción de las Indias.PDF, está en la red.
- Alfonso Esponera Cerdán, Bartolomé de las Casas y la esclavización de los negros, según las
aportaciones de I. Pérez Fernández, OP
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de Valencia (PDF, está en la red).
-Jean Dumond, El amanecer de
los derechos del hombre, la controversia de Valladolid, Encuentro-
Fundación Elías de Tejada, Madrid, 1999.
-Juan Francisco Maura, The University of Vermont,
Cobardía, crueldad y oportunismo español?
: algunas valoraciones sobre la “verdadera” historia, de la conquista de la
Nueva España. ( discute Teodorov e Inga Clendinnen) (PDF, está en la red)
CONTROVERSIA; resumen
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