sábado, 27 de abril de 2013

Preargumento de etnocentrismo y psicoanálisis-4/2013



Pre-argumento

     In memoriam, Alberto Lapolla,  gracias a  quien – sus textos, su práctica- a partir de mayo de 2010, -agregando un año previo de preparación-  entramos en conversación con esas voces aquí señaladas por esa exclusión instituyente,  inspirando una serie: Etnocentrismos en  psicoanálisis. (Hay un esbozo intra-americano-, ya presente en la página 101 de Opacidades Nº5, enero 2008)

Etnocentrismos en psicoanálisis:   (…) Deberíamos afectar el campo  en el que surge la aserción de Freud, -que afirma que con la aparición del monoteísmo la humanidad dio un gran paso hacia la espiritualidad (Moisés; 3ª, 2da). Conviene conmover los dispositivos de la “colonialidad” y abordar aquella versión comprometida  en el espacio (Y el tiempo) que interrogamos. El lacanismo ¿deja o no,  de estar en continuidad con esa aserción freudiana? (Freud no lo concibe como sencillo “progreso”, hay un negativo señalado allí). Volver a pasar por una crítica del monoteísmo en una de sus versiones, para lo que es necesario hacer – ¿como llamarla? "historia”, “fenomenología” del Espíritu, en fin, un trayecto que dilucide su incidencia inaugural americana, que es la de una “exclusión instituyente”.
                    Dos reuniones semipúblicas:  junio y octubre.                       
   
SABADO POR LA MAÑANA.
UNO. "...En estos últimos años, después de un larguísimo período de lo que parecía un "callarse",  vuelven a  surgir, retornan  las voces y las iniciativas de los pueblos originarios, que se muestran ahora de muy otro modo en la escena contemporánea. Estas voces vuelven en su lengua y con sus  identidades culturales. 
   Por dos veces silenciadas, acalladas, arrasadas: en un primer tiempo por la conquista y la colonización española;  por segunda vez en el siglo XIX, durante la constitución de los estados nacionales.
  ¿No sucede acaso que ahora es posible  acoger de un modo nuevo  a esas voces por sí mismas,  sin mediación de los eruditos o los universitarios que cogitan un  "saber sobre" los pueblos originarios?  ¿No estamos ya en un tiempo diferente?
DOS.  Las ceremonias de asunción de Evo con rituales aimara, son un indicio – no se sabe cuan definitivo-, de esa vuelta de las ancestrales creencias.   Pretendemos escuchar estas cuestiones que les hacemos llegar, ¿cómo sobrevivieron sus creencias, su espíritu a la imposición del cristianismo que les forzaba a una nueva fe?¿ cuánta memoria queda de esa brutalidad? ¿Pueden ahora “recuperar” si eso tuviera algún sentido-,  sus ritos y su fe, hay retorno – algo, un poco,  de esa identidad anterior a la llegada de los españoles...? ¿cómo se las arreglaron desde aquella época?
  TRES. Verón, -periodista paraguayo, escribía no hace más de tres años, mientras luchaban para recuperar el guaraní de la clandestinidad y oficializarlo: (…) “América es el único continente del mundo que funciona sin sus lenguas propias; es el único continente donde ningún idioma americano tiene vida normal, donde ninguna lengua americana es oficial y de trabajo de ningún país ni de los bloques de naciones que en él se formaron”. (…) )”No puedo imaginarme lo paradójico que sería para los europeos que la Unión Europea funcionara sin las lenguas europeas, que su Parlamento funcionara solamente en lenguas americanas o asiáticas. Para dicha de los europeos, la integración de sus naciones cuenta con 23 lenguas oficiales y de trabajo y casi todas son europeas”. Mientras que “el guaraní, la lengua mayoritaria y que lo identifica (al Paraguay), hablada por 86% de su población, es discriminada y privada de ser lengua normal y de trabajo del Estado Paraguayo”[1].  ¿Cómo sobrevivieron las lenguas, como se recuperan las lenguas arrasadas, que pudieron hacer con ellas para preservarlas en su vida cotidiana?
SÁBADO POR LA TARDE

CUATRO: ¿Porque puede ser un hito importante la llamada Junta o Debate de Valladolid?  Polémica  muy releída  con fines apologéticos, algunos, son los menos, por defensores de la labor humanitaria de España y no dejan de recordar que tal Junta había sido convocada por el mismo rey alarmado por las noticias del trato a los indios. O apología de la cruzada humanística de De las Casas a favor de los Indios.  España está en las dos puntas.
   La posición de Dussel  influyó, sus textos volvieron a circular entre nosotros en el 2009 al tiempo de una formidable performance de los pueblos originarios mismos en todo el territorio, motivados por las actividades de los pueblos en los países vecinos. (Bolivia lleva la delantera en una reconstrucción compleja, jurídica- cultural).
    Pero todavía es necesario discutir a Dussel porque su contexto está acotado al debate con la modernidad europea. Lo que está bien, pero a donde apunta nuestro debate es con lo que provisoriamente llamamos la “postmodernidad”. ( La reunión de octubre es un inicio publico)

   CINCO. Tomamos algunos de los principales textos de la famosa polémica. Como subraya uno de los autores[2], el descubrimiento de América trajo una ampliación del mundo europeo conocido, el encuentro con nuevas criaturas y nuevos territorios  ponían en jaque los fundamentos en los que ese mundo parecía sostenerse. Momento parecido al mundo del helenismo, de caída de la forma de la ciudad estado y surgimiento del universalismo estoico. Ahora es la crisis de la incipiente, embrionaria forma de nación- estado en Europa.
    La teoría de la Guerra justa que elabora Ginés de Sepúlveda, tiene algunos capítulos encuadrados dentro de la tradición de la filosofía cristiana de los siglos anteriores, imbuida de los Santos padres y de los antiguos, sea Platón sea Aristóteles. En Sepúlveda es muy frecuente la cita de Aristóteles, incluso se dice que una parte central de su argumentación descansa en supuestos, premisas aristotélicas.
La noción de justicia, avala más de una razón para entrar en la guerra, como por ejemplo, no dejarse deñar, injuriar, o robar impunemente.
Aplicada a los indios de América, las causas justas se especifican de la siguiente manera.
  (…)tales gentes [los indios], por derecho natural, deben obedecer a las personas más humanas, más prudentes y más excelentes para ser gobernadas con mejores instituciones; si previa advertencia rechazan tal autoridad, pueden ser obligadas a  aceptarlas por las armas”.
Hay un meollo aristotélico, que subtiende el argumento: el debido dominio de lo más perfecto sobre lo menos perfecto, la superioridad en el ser otorga poder, y legitima el dominio. Lo que trae como segundo tiempo,  a inventariar los ítems por los que se prueba la “barbarie delos indios, y la superioridad de los españoles. Superioridad cultural, y militar que no justifica que uso de la fuerza para reducir los indios  a la esclavitud ni expropiarlos, en la argumentación, la superioridad entitativa no deja de exigir responsabilidad por parte del ejercicio de esa superioridad.
(Demócrates II) 346-L.-Sea así como lo dices, ¡oh Demócrates! y sea lícito á los cristianos someter á su imperio las naciones bárbaras é impías y apartarlos de sus torpezas y nefandas religiones. Y nada tengo que decir en contra de esto. Pero si la superioridad de prudencia, virtud y religión da ese derecho á los españoles sobre los bárbaros (…)aunque sea cierto que en esta causa el mejor derecho está de parte de la nación que sea más prudente, mejor, más justa y más religiosa, y en todas estas cosas, si vamos á decir la verdad, muy pocas naciones son las que pueden compararse con España(…) cuatro son —349las causas en que fundas la justicia de la guerra hecha por los españoles á los bárbaros La primera es que siendo por naturaleza siervos los hombres bárbaros, incultos é inhumanos, se niegan á admitir la dominación de los que son más prudentes, poderosos y perfectos que ellos; dominación que les traería grandísimas utilidades, siendo además cosa justa, por derecho natural, que la materia obedezca á la forma, el cuerpo al alma, el apetito á la razón, los brutos al hombre, la mujer al marido, los hijos al padre, lo imperfecto á lo perfecto(…),     

   Una segunda causa, radica en la “inobservancia de la ley natural” (. … ) “ el culto a lo ídolos y las inmolaciones humanas, que consta eran familiares a esos bárbaros, son castigados con suma justicia con la muerte de quienes los cometieron, y con  la privación de bienes ya se trate de fieles, ya de paganos, tanto antes como después de la venida de Cristo, por fundamentarse esa ley en el derecho natural.
  No se trata de un incumplimiento de un o algunos individuos, sino del pueblo mismo, sus autoridades y sus leyes: (…)”pero si hubiese algún pueblo tan bárbaro e inhumano que no considerase entre las cosas torpes todos o algunos de los crímenes que he enumerado y no los castigase con sus leyes o moral, o impusiese penas muy suaves a los más graves, sobre todo a aquellos que más detesta la naturaleza, o pensase que algunos deberían quedar por completo impunes de un pueblo así se diría con razón y propiedad que no observa la ley natural”. Los indios se encuentran en este caso, porque las inmolaciones y la idolatría atentan contra la ley natural.
  Demócrates II) (…)Nada tengo ya que replicar, ¡oh Demócrates! sobre la justicia de esta guerra y conquista, que me has probado con fuertes razones sacadas de lo íntimo de la filosofía y de la teología y derivadas de la misma naturaleza de las cosas y de la eterna ley de Dios.(…)
 (…) La segunda causa que has alegado es el desterrar las torpezas nefandas y el portentoso crimen de devorar carne humana, crímenes que ofenden á la naturaleza, para que no sigan dando culto á los demonios en vez de dárselo á Dios, provocando con ello en altísimo grado la ira divina con estos monstruosos ritos y con la inmolación de víctimas humanas.(…) Y después añadiste una cosa que para mí tiene gran fuerza, y es de mucho peso para afirmar la justicia de esta guerra, es decir, el salvar de graves injurias á muchos inocentes mortales á quienes estos bárbaros inmolaban todos los años. Y tú probaste que la ley divina y el derecho natural obligan á todos los hombres á castigar y repeler, si pueden, las injurias hechas á otros hombres.

 (Un comentario; es que derecho natural, ley natural, funda un orden universal. Pero es una universalidad poco homogénea, dado que algunos quedan afuera de ella. Desconocerla es estar sometido, quedar expuesto al castigo de los “más representativos de esa ley”. Tiene su sheriff, quien puede por las armas obligar a cumplirla.
(tesis al pasar: los indios no viven de acuerdo a la ley natural, -grupal e institucionalmente, y eso no versa sobre aspectos religiosos: hay una evaluación sobre la civilidad, sobre la humanidad de la que se excluyen por esa inobservancia. La noción de ley natural da un soporte a la consideración de lo humano. Estamos lejos de la autonomía – del sujeto, del yo tipo edad moderna, sino de una relación que funda el mínimo de humanidad respetable: es la observancia –institucional-,  de la ley natural)
  Tampoco se trata del paganismo o de la infidelidad: No se trata de que sean infieles y paganos. No se les hace la guerra a los que adoran a otros dioses o a dios pero por otros medios: hay un deber de cuidado con el prójimo, deber de humanidad que exige amonestar al hereje, al idólatra o a los infieles.
   (Estamos lejos del relativismo cultural) El tercer motivo par la guerra es defender a los inocentes de los sacrificios humanos. Subtendido por una moral que llamamos deber de humanidad que justifica meterse en los asuntos de los otros: “Buscar el imperio sobre aquellos cuyo bien se mira y privar a los bárbaros de la licencia de  de pecar”.

Otra causa, que tiene sus recovecos, es la necesidad de la dominación para predicar la fe.   (Razonamiento que sublevaba a De Las Casas).
 Someterlos para facilitar que llegaran a  la “luz de la verdad” por el camino más corto. El soldado precede al misionero. (…) “No pueden los paganos, por el solo hecho de su infidelidad, ser castigados ni obligados a recibir la fe de Cristo contra su voluntad, porque el creer, como dice San Agustín, depende de la voluntad, que no puede ser forzada. Lo que sí puede hacer, en cambio, es apartarles de los crímenes”.
  Supuestamente le interesa sobre todo, la evangelización de los indios, entonces, luego, como consecuencia, haya que pacificarlos por la guerra para erradicar sus costumbres antinaturales, y de paso salvar inocentes.
  
 (Demócrates II)(…) En cuarto lugar probaste con adecuadas razones que la religión cristiana debe ser propagada por medio de la predicación evangélica siempre que se presente ocasión para ello, y ahora está abierto y seguro el camino á los predicadores y maestros de las costumbres y de la religión; y tan seguro está que no sólo pueden (…)  —350—351      predicar por donde quieran la doctrina evangélica, sino que se ha desterrado de los pueblos bárbaros todo temor de sus príncipes y sacerdotes para que puedan libre é impunemente recibir la religión cristiana, desterrados en lo posible todos los obstáculos y especialmente el culto de los ídolos, renovando la piadosa y justísima ley del emperador Constantino contra los paganos y la idolatría (…)
   
  Hasta ahora, las distinciones y pliegues que encuentra Martínez Castilla en el texto de Sepúlveda no tienen equivalentes a la vista. Son buenos señalamientos.
    Uno de ellos es la base múltiple de los supuestos filosóficos. Hay un pluralismo aristotélico,   Agregado a un monismo estoico que sostiene una suerte de sociedad universal, y la doctrina de la guerra justa agustiniana. Todo eso junto para argumentar la relación del orden europeo viejo y las nuevas tierras y habitantes descubiertos.

  Un punto: Adopta de Aristóteles, los grados del ser. Lo más perfecto y lo menos perfecto. Son grados diversos de la naturaleza. Lo más perfecto domina con derecho sobre lo menos perfecto. Con esta doctrina elabora la teoría del derecho natural o la ley natural.  Es lo que los hombres virtuosos consideran que es. Es captable por la virtud de los hombres virtuosos, por lo tanto es una teoría aristocrática de la ley y el derecho natural. Los indios, como carecen de esa captación, no siendo hombres virtuosos, tienen que ser gobernados por otros, o sea tutelados, por hombre s virtuosos, que capten lo mejor que ellos no pueden, y “se los ordenen, se los impongan”.

  Otro punto: La doctrina estoica cristiana, que es muy fuerte, dice que la ley natural  es la imagen de la ley eterna en el hombre. Todos los hombres pueden conocer la ley natural, lo que da un clima más democrático y universalista. Es como la diferencia entre el voto calificado y el voto universal. El trasfondo estoico-cristiano  elimina el soporte para diferencias siervos- señores. Sepúlveda es bastante aristotélico y aristocrático. Justifica el dominio: Sin embargo, se contradice en tanto el hombre es universal, y lo humano en el hombre no podría ser cosificado como esclavo, sin poner en tela de juicio su humanidad. La cosificación o la menor humanidad atribuida se contradicen con la atribución universal de lo humano.
     Todo el problema que intentamos dilucidar, están esta pagina (131) bastante formulado es como las doctrinas preinscriben el lugar del indio, y a su vez, que ellas no son sin contradicciones.

     Fractura entonces entre el fondo aristotélico y el estoico cristiano. De donde Sepúlveda sale  distinguiendo entre la condición “natural” y  la condición jurídica del indio.   Igualdad de humanidad, pero diferencia en cuanto a la costumbre y la cultura. Luego, diferencia jurídica entre españoles e indígenas. Hay “transmisibilidad moral y cultural”. Se pliegan a los españoles para recibir la razón y la prudencia.  “Incivilidad natural”, es un rasgo primero de su condición jurídica. Que se deriva de su condición natural.
  La +condición jurídica depende entonces de su “incivilidad natural”. Deben estar bajo “protectorado”.  No  esclavos.  Pero si se rebelan pueden ser esclavizados. Pierden derecho de vasallos. Según oponen o no resistencia. Esclavizar, y despojar de sus bienes, es un derecho de los vencedores. Y no proviene del hecho de que hayan perdido su condición humana.  Esa especie de protectorado se ejercía en las encomiendas, que eran trabajo casi esclavo, lo que le hizo mala fama, por no oponerse claramente a ella.
  Sepúlveda también tuvo en cuenta a los Doctores de la iglesia, lo que atenúa el aristotelismo. Santo Tomas divide en Ley eterna, ley natural y ley positiva: La razón divina, imprime s sello en la naturaleza, en la diversidad de ella. Es el designio presente en todas las cosas de la creación. L ley natural es un “conjunto racional de preceptos”.  Algunos se perciben directamente, otros son derivados por el ejercicio dela razón.

   Entonces, según el tomismo, en los indios, estaría la ley natural en cuanto impresa por la ley eterna, pero hay una segunda consideración, segundo principios, que no estaría derivados de ella, por la oscuridad de su razón. Tienen lo básico sin desarrollar.
Inobservancia de la ley natural es la inobservancia de principios secundarios, que provienen de una elaboración racional, que presupone la educación el ejercicio de la virtud.
De la fina consideración de las contradicciones de Sepúlveda, proviene esta conclusión de Martínez Castilla[3]: “En conclusión, los indios: hombres son , incivilizados y bárbaros, apartados de la recta razón por sus costumbres y hábitos inhumanos, que deben someterse a los españoles, los cuáles deberán cumplir con el deber de humanidad y por caridad, apartar a ls indios del camino a la perdición, insertándolos en su sociedad bajo un protectorado que paulatinamente aumente la libertad y participación de los indios en la comunidad. Ésta es la aspiración de Sepúlveda, no esclavizar a los indios, sino someterlos educarlos y civilizarlos”.

SEIS: De las Casas llegó de joven a América con su padre,  fue encomendero. Probablemente lo que testimonia  en  Brevísima relación de la destruición de las Indias, colegida por el obispo don fray Bartolomé de Las Casas o Casaus, de la orden de Santo Domingo, año 1552, fue parte de lo que vió en esa juventud, describiendo en pocas páginas el horror de esos primeros cuarenta años de instalación de los españoles en América Central, Santo Domingo, Cuba, Puerto Rico etc.
    Horror por la brutalidad, por la matanza inicial a la que fueron sometidos los indígenas, que no parecían especialmente organizados para resistir.  De lo que vió en esa época, de joven encomendero. Seguramente proviene ese texto que donde  apasionadamente objeta el dispositivo de la encomienda.  (Bartolomé de las Casas, Razones por las que no se debe dar los indios a los españoles en encomienda. (1542), en Bartolomé de las Casas, Cristianismo y defensa del indio americano, selección e introducción de Francisco Fernandez  Buey, op.cit, p.29.)
SIETE:   Contra los perseguidores y calumniadores de los pueblos del nuevo mundo descubierto en el océano (1550-1551), en Bartolomé de las Casas, Cristianismo y defensa del indio americano, selección e introducción de Francisco Fernandez  Buey, op. cit p.39,  que es  pareciera, un fragmento de la Apología.
OCHO:
Fragmentos “Contra los perseguidores…”
  La tercera clase de bárbaros en sentido propio y estricto,  son aquellos que por propio y pésimo instinto son crueles, feroces, estólidos, estúpidos y ajenos a la razón; no se gobiernan  de acuerdo con las leyes y el derecho, ni cultivan la amistad ni tienen constituida la república o la ciudad de una manera política; es más carecen de príncipe, leyes e instituciones: Estos no contraen matrimonio, conformándose a ciertos ritos; finalmente no tienen ningún comercio humano, no venden  ni compran, no dan ni toman en arriendo, no contraen sociedades, no conocen las instituciones jurídicas de depósito, arriendo y comodato; finalmente, no está en uso entre ellos ninguno de los contratos del Derecho de Gentes a que se refiere el Digesto ( sobre el Derecho natural y de gentes.
Éstos son bárbaros en sentido absoluto y estricto, (….)  A éstos se refiere el Filósofo, cuando dice de ellos que son siervos por naturaleza, pues carecen de gobierno natural y de instituciones políticas, ya que entre ellos no hay ningún orden, no están sometidos a nadie ni tienen ningún príncipe. (…) entre éstos nadie sobresale en prudencia de manera que sea digno de ser príncipe, ni domina en ellos tal habilidad y rectitud de juicio que quieran elegir …carecen de leyes a las que teman o rijan todas sus actuaciones. Finalmente al no llevar una vida sociable, su vida es muy semejante a los animales, y, al distar mucho de los demás hombres en la actividad del ingenio y las  costumbres, son propensos a hacer daño a los demás hombres, son pendencieros, litigiosos, ávidos de guerra e inclinados a toda crueldad, como las fieras y las aves de rapiña. Por lo cual no son libres por naturaleza; Contra éstos cita el filósofo el reproche de Homero a cierta persona a quien llama insocial (…)
  Este tal es llamado “fuera de la ley”, porque no obedece al imperio de ninguna ley. Lo llama inquieto y faccioso, y finalmente impio y criminal porque no puede atemperar sus actos al dictamen de la justa razón. Todo esto lo hace ávido de contiendas y propenso y expuesto a todo mal.
 (…)
Los bárbaros de esta clase son raros en cualquier parte del mundo y pocos en número…. Y al final cita su obra De único vocationis modo…: “que sería imposible que en cualquier parte del mundo se pueda encontrar toda una raza, nación o región que
carezcan de tanta humanidad que no se puedan gobernar a sí mismas…!!!! (Está discutiendo la teoría De Sepúlveda por la parte más filosa: la de que hay tales bárbaros, propiamente dichos que son siervos por naturaleza, porque no pueden gobernarse rpo si; respondiendo, no son tanto como una nación, o una raza. Son pocos; objeta de entrada la aplicación masiva a los Indios!!)
  Por lo tanto, se aplica a ellos, el texto de la Política, que dice que éstos bárbaros deben ser gobernados por los griegos, por personas dotadas de razón…(por la brutalidad y por el entorpecimiento de su entendimiento, los hace siervos!! (…) conviene que sean gobernados por otros y sean por éstos educados a vivir política y humanamente (…)
 ¡! Añade el Filósofo, que es lícito que tales bárbaros sean capturados y cazados como fieras para ser atraídos a un  recto modo de vida. A propósito de ésto hay que hacer dos observaciones: En primer lugar, que el obligar a los bárbaros a que vivan humanamente y políticamente no es lícito a cualquiera, sino solamente a lso prícipes y jefes de estado. En segundo lugar, se debe tener presente que los bárbaros, contra la rígida afirmación del filósofo, no deben ser obligados sino que deben ser mansamente persuadidos y atraídos con caridad a adoptar las mejores costumbres
Por lo tanto, aunque el Filósofo, desconocedor de la verdad y caridad cristiana, escribía que los sabios pueden cazar a los bárbaros, como si éstos fueran fieras, nadie entienda por ellos que los bárbaros  deben ser matados o sometidos a trabajos inocuos, crueles, duros y  rígidos como jumentos, y que con tal fin pueden ser buscados y capturados por los más sabios.
   No todos los bárbaros son siervos por naturaleza. (…) aparece de manera manifiesta las distinción que hace el Filósofo entre las dos citadas clases de bárbaros; pues aquellos a quienes se refiere en el Primer libro dela Política, y de quienes acabamos de hablar son simplemente los bárbaros en el sentido propio y estricto del término, a saber los necios y faltos de razón suficiente para gobernarse, que viven sin ley, sin rey; por todo lo cual son por naturaleza indignos de gobernarse.
(…) Ahora bien, en el tercer libro de la misma obra, se refiere a otra clase de” bárbaros”, y concede y afirma que éstos tienen un legítimo, justo y natural gobierno, aunque carezca del arte o ejercicio de las letras, pues no le falta la prudencia y habilidad para regirse o gobernarse tanto pública como privadamente. Por tanto, tienen reinos, comunidades y ciudades que rigen prudentemente con leyes e instituciones consuetudinarias: así, su gobierno es legítimo y natural, aunque se asemeje un tanto a la tiranía. De todo o cual se infiere que los reyes de tales bárbaros están dotados de razón (…)
    Por lo tanto, no todos los bárbaros carecen de razón ni son siervos por naturaleza o indignos de gobernarse a sí mismos: Luego algunos bárbaros justamente y por naturaleza tienen reinos y dignidades reales, jurisdicciones y leyes buenas (…)
   Y si enseñamos que entre nuestros indios que habitan las regiones occidentales y meridionales (…) existen reinos ilustres, grandes masas de hombres que viven conformes a un régimen político y social, hay grandes ciudades, reyes, jueces y leyes..(…) ¿acaso no quedará probado que el reverendo Dr Sepúlveda, viciosa y culpablemente, ya por ignorancia, ya por malicia, falseó contra tales gentes la doctrina de Aristóteles y por lo tanto de manera falsa y tal vez irreparable infamó a aquellas gentes de todo el orbe?
Los indios son capaces de gobernarse a sí mismos.  Pues del hecho de que sean bárbaros, no se deduce que los indios sean incapaces de gobernarse a sí mismos y que deban ser  gobernados por otros, salvo que deben ser instruidos en la fe católica (…)
Y si por el hecho de haber sido inexpertos en materia de bellas letras deben ser dominados, que Sepúlveda se entere de lo que dice Pompeyo: “los españoles no pudieron aceptar el yugo de Provincia conquistada hasta que Cesar Augusto dominando el orbe, trasladó hacia ellos sus armas, y dio forma de provincia aquél pueblo fiero y bárbaro, haciéndolo aceptar un género de vida más culto”. Como vemos el pueblo hispano, es llamado fiero y bárbaro: me gustaría oir la respuesta de Sepúlveda, con su prudencia, de a esta pregunta: ¿acaso considera justa la guerra de los romanos contra los españoles para liberar a éstos de su barbarie? O a su vez,            ¿acaso los españoles hacían una guerra injusta al defenderse tan valientemente contar los romanos?
La población india no es de este género de barbarie ni es necia ni estúpida, sino dócil y especialmente ingeniosa para todas las artes liberales y muy dispuesta a aceptar, cultivar y observarla religión cristiana (…)
Además son tan peritos en cualquier arte mecánica que con pleno derecho deban a anteponerse por tal fama a todas las gentes del mundo conocido. (…)

 Para la cuarta clase de bárbaros, los no-cristianos.
Todo pueblo por muy bien gobernado que esté; todo hombre, por gran filósofo que sea, está expuesto ala más completa barbarie, esto es, a la barbarie del vicio, si no está imbuido de los misterios de la filosofía cristiana”.(…) La fe cristiana trae la gracia …, la cual quita toda inmundicia y necedad de los corazones humanos. Esto se puso de manifiesto en el pueblo romano, famosos y alabado en su época por sus virtudes políticas, por su prudencia y por el alto grado de su civilización, el cual quiso dictar leyes a su arbitrio a los demás pueblos de la tierra: Ahora bien este pueblo ¿A cuanto nefandos vicios y abominaciones no estuvo expuesto, sobre todo en aquellos torpísimos juegos y abominables inmolaciones? Me refiero a los juegos circenses, a las representaciones teatrales y a los obscenísimos sacrificios a los dioses Príapo, y Baco, en los que las ceremonias eran deshonestas, deformes y ajenas a la recta razón ()…)
NUEVE: El artículo  de Alfonso Esponera Cerdán, Bartolomé de las Casas y la  esclavización de los negros, según las aportaciones de…  Pérez Fernández, OP (+2001) Universidad de Valencia (PDF, está en la red), alude al hecho de el  joven de las Casas  pretendió solucionar el problema de los indígenas, con la importación de esclavos negros o blancos, de Africa o Europa.
 En Historia de las Indias, 1540-1554, once capítulos  del libro primero, reconoce ceguera con guanches y habitantes de Guinea. Los primeros esclavistas son los portugueses. De las Casas se aviva, que el reclutamiento de esclavos no proviene a secas de la legítima disposición de los vencidos en la guerra sino de los “cazados”. La esclavitud tenía una licitud de época. Para 1545 o 46, conoció Lisboa que era el centro de la Trata y liberó a un  tal Pedro de Carmona. Los textos de la época ya testimonian que critica el trato despiadado a los esclavos “legitimos”-, digamos así.

DIEZ: Si tuviera que sintetizar, diría que toda la infraestructura nocional aristotélica, la metafísica de lo mejor y lo inferior, toda la argumentación jurídica que descansa en el derecho natural o la ley natural, viene a justificar – con todas las precauciones del caso, la precedencia del soldado sobre el misionero. La guerra prepara la paz, donde luego se inserta el misionero con su Mensaje.
 Me parece que el tono pasional de De las Casas, responde a una vena que da una preferencia absoluta a las condiciones de la evangelización, habiendo una suerte de tríadas subyacente que le da un tono de absoluto religioso.  El experimento de la Vera Paz proviene de esa mística, que es acompañada de las mejores razones teológicas.
misión (de Cristo y la Iglesia), evangelización, conversión. Y esa tríada supone efectivamente la libertad de aquellos a los que ese mensaje se dirige. El choque es mayor, tiene un lado objetivo, - la precedencia de la religión y un lado subjetivo, hay una suerte de antropología o psicología de los indígenas que acompaña cada una de las posiciones.
   Un punto final para resaltar.  Es verdad, la misión de llevar el mensaje requiere el presupuesto de la libertad, porque no hay conversión válida por la fuerza, por intimidación y terror. Sin embargo, hay un punto en común enlos dos lados de esta historia del siglo XVI.  Ni el soldado ni el misionero dejan vivir tranquilos al otro. Necesitan su rendición, o su sometimiento, por mínimo, suave y dulce que uno imagina el ejercicio del señorío de la Corona. El misionero, insiste en convertir, en que el otro abandone sus creencia, se dirige al alma del otro desconforme con el estado de ella, considerando que tiene un estado mejor que ofrecer, un remedio mejor con el que curar la derelicción en la que viviría. Le inventa una inferioridad, para venderle el asociarse el agruparse con espíritus que habrían sufrido alguna mutación decisiva en su calidad espiritual.
En De las Casas hay un escándalo del que se hace eco, que él mismo padece y es que la supuesta superioridad de la forma cristiana de vida que supuestamente habría cuajado en España, se contradice con la brutalidad de la crueldad en el sometimiento y la angurria que sus connacionales ejercieron por simple codicia.
   Ese3 escándalo en el que vive, es la fractura interna al mensaje que trasporta y del que se hace portador absoluto, privilegiado.


 ONCE:   FRAGMENTOS, Ginés de Sepúlveda.
346-L.-Sea así como lo dices, ¡oh Demócrates! y sea lícito á los cristianos someter á su
imperio las naciones bárbaras é impías y apartarlos de sus torpezas y nefandas
religiones. Y nada tengo que decir en contra de esto. Pero si la superioridad de prudencia, virtud y religión da ese derecho á los españoles sobre los bárbaros, ¿por qué no del mismo modo y con derecho igual hubieran podido vindicar este dominio los franceses ó los italianos; en suma, cualquiera nación cristiana que sea más prudente, poderosa y humana que los bárbaros?
D.-Yo creo que la cuestión, en principio, puede ser materia de duda ó disputa,
aunque sea cierto que en esta causa el mejor derecho está de parte de la nación que sea más prudente, mejor, más justa y más religiosa, y en todas estas cosas, si vamos á decir la verdad, muy pocas naciones son las que pueden compararse con España. Pero hoy ya por el derecho de gentes, que da el derecho de las tierras desiertas á los que las ocupen, y por el privilegio del Pontífice máximo se ha conseguido que el imperio de estos bárbaros pertenezca legítimamente á los españoles. No porque aquellas regiones
carecieran de legítimos señores que hubieran podido, con perfecto derecho, excluir á los extranjeros y prohibirles la explotación de las minas de oro y de plata y la pesca de las margaritas cada cual en su reino; pues así como los campos y los predios tienen sus
dueños, así toda la región y cuanto en ella hay y los mares y los ríos, son de la república
ó de l os príncipes, como enseñan los jurisconsultos, aunque para ciertos usos sean
comunes; sino porque los hombres que ocupaban aquellas regiones carecían del trato de los cristianos y de las gentes civilizadas, y además por el decreto y privilegio del sumo  sacerdote y vicario de Cristo, á cuya potestad y oficio pertenece sosegar las disensiones entre los príncipes cristianos, evitar las ocasiones de ellas y extender por todos los caminos racionales y justos la religión cristiana. El sumo Pontífice, pues, dió este imperio á quien tuvo por conveniente.
L. Nada tengo ya que replicar, ¡oh Demócrates! sobre la justicia de esta guerra y
conquista, que me has probado con fuertes razones sacadas de lo íntimo de la filosofía y de la teología y derivadas de la misma naturaleza de las cosas y de la eterna ley de Dios.
  Te confieso que después de haber oído tu disertación he salido de todas las dudas y
escrúpulos en que estaba. Reduciendo, pues, á breve suma toda la doctrina que has
expuesto, cuatro son
—349
las causas en que fundas la justicia de la guerra hecha por los españoles á los bárbaros
La primera es que siendo por naturaleza siervos los hombres bárbaros, incultos é
inhumanos, se niegan á admitir la dominación de los que son más prudentes, poderosos y perfectos que ellos; dominación que les traería grandísimas utilidades, siendo además cosa justa, por derecho natural, que la materia obedezca á la forma, el cuerpo al alma, el apetito á la razón, los brutos al hombre, la mujer al marido, los hijos al padre, lo imperfecto á lo perfecto, lo peor á lo mejor, para bien universal de todas las cosas. Este es el orden natural que la ley divina y eterna manda observar siempre. Y tal doctrina la has confirmado no solamente con la autoridad de Aristóteles, á quien todos los filósofos y teólogos más excelentes veneran como maestro de la justicia y de las demás virtudes morales y como sagacísimo intérprete de la naturaleza y de las leyes naturales, sino también con las palabras de Santo Tomás, á quien puede considerarse como el príncipe de los teólogos escolásticos, comentador y émulo de Aristóteles en explicar las leyes de la naturaleza, que como tú has declarado, son todas leyes divinas y emanadas de la ley eterna.
   La segunda causa que has alegado es el desterrar las torpezas nefandas y el
portentoso crimen de devorar carne humana, crímenes que ofenden á la naturaleza, para que no sigan dando culto á los demonios en vez de dárselo á Dios, provocando con ello en altísimo grado la ira divina con estos monstruosos ritos y con la inmolación de
víctimas humanas. Y después añadiste una cosa que para mí tiene gran fuerza, y es de
mucho peso para afirmar la justicia de esta guerra, es decir, el salvar de graves injurias á muchos inocentes mortales á quienes estos bárbaros inmolaban todos los años. Y tú
probaste que la ley divina y el derecho natural obligan á todos los hombres á castigar y
repeler, si pueden, las injurias hechas á otros hombres.
    En cuarto lugar probaste con adecuadas razones que la religión cristiana debe ser propagada por medio de la predicación evangélica siempre que se presente ocasión para ello, y ahora está abierto y seguro el camino á los predicadores y maestros de las costumbres y de la religión; y tan seguro está que no sólo pueden
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      predicar por donde quieran la doctrina evangélica, sino que se ha desterrado de los
pueblos bárbaros todo temor de sus príncipes y sacerdotes para que puedan libre é
impunemente recibir la religión cristiana, desterrados en lo posible todos los obstáculos
y especialmente el culto de los ídolos, renovando la piadosa y justísima ley del
emperador Constantino contra los paganos y la idolatría; todo lo cual has probado con
autoridad de San Agustín y de San Cipriano, y es evidente que nada de esto hubiera
podido hacerse sitio sometiendo á los bárbaros con guerra ó pacificándolos de cualquier otro modo.
           Y en apoyo de todas estas razones has traído el ejemplo de los romanos, cuyo
imperio sobre las demás naciones es justo y legítimo, y eso que tú has declarado que
para esto hubo muy menores causas. Y tampoco creíste deber pasar en silencio el
decreto y autoridad del Sumo Sacerdote y Vicario de Cristo. Pero al afirmar la justicia
de esta guerra y de este dominio no has tenido reparo en condenar la temeridad,
crueldad y avaricia de muchos, y añadiste que la culpa de estos crímenes perpetrados
por los soldados ó por los capitanes recae en los príncipes mismos, y que serán
responsables de ellos ante el juicio de Dios, si no procuran con mucho ahínco y por
todos los medios posibles que los hombres injustos no cometan semejantes atentados.
¿Crees que he recopilado bien, aunque en pocas palabras, las razones que tú largamente has expuesto para defender la justicia de esta guerra?
D.-Perfectamente las has compendiado.
L. -Lleguemos pues, si te place, á otra cuestión que suele disputarse con no menor
variedad de pareceres entre los hombres buenos y piadosos. Porque estos hombres sean bárbaros y siervos por naturaleza, y aunque se añada á esto el pecado nefando y la idolatría ¿será justo que los hombres inteligentes, rectos y probos vayan á despojarlos de sus campos y ciudades y de todos sus bienes y su libertad civil, lo cual, según tengo entendido, han hecho muchos con grande avaricia y crueldad? ¿Y porque esos infelices hayan nacido para servir y no para mandar, deberán carecer de libertad civil? ¿Por qué sean viciosos y no profesen la religión cristiana, dejarán de ser legítimos dueños de sus casas y de sus predios?
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    Aunque sea, pues, justo y conforme á la naturaleza que cada cual use de su
libertad natural, la razón, sin embargo, y la natural necesidad de los hombres, ha
probado, con tácita aquiescencia de todos los pueblos, que cuando se llega al trance de
las armas, los vencidos en justa guerra queden siervos de los vencedores, no solamente
porque el que vence excede en alguna virtud al vencido, como los filósofos enseñan, y
porque es justo en derecho natural que lo imperfecto obedezca á lo más perfecto, sino
también para que con esta codicia prefieran los hombres salvar la vida á los vencidos
(que por esto se llaman siervos, de servare) en vez de matarlos: por donde se ve que este género de servidumbre es necesario para la defensa y conservación de la sociedad
humana. Pues como enseñan los filósofos y muchas veces he repetido, hay cierta sociedad de todos los hombres entre sí. Lo que es necesario para la defensa da la sociedad natural, ha de ser justo por ley de naturaleza, según testifican los varones más sabios. Los filósofos enseñan que todo lo que ha sido introducido por necesidad humana se funda en el derecho natural.
       Perdida la libertad, ¿cómo han de retenerse los bienes? El pasar estos á poder de los vencedores hará que estos procedan con mayor templanza y se abstengan de incendiar los edificios y devastar los campos. Salvados así los hombres, los edificios y los árboles, todavía no resulta pésima la condición de los vencidos, y siempre queda la esperanza de siempre queda la esperanza de  que la clemencia de los vencedores pueda restituirles la libertad y aun los bienes, si no con las condiciones más favorables, á lo menos con tolerables condiciones, como vemos que muchas veces lo hacen hasta hombres no enteramente humanos, cuando á ello no se opone la dureza y pertinacia con que hayan resistido los vencidos. Fundado en esta razón de necesidad humana, juzgo que esta ley de la guerra ha sido sancionada y aprobada por el derecho de gentes, y que habiendo sido confirmada por las costumbres y el asentimiento de todo el género humano, no es lícito dudar de su justicia, porque el consenso común de los hombres sobre alguna cosa es interpre —358
   Pero aunque por el derecho de gentes los cautivos hechos en justa guerra pasen á poder de los vencedores, sin embargo, dentro de las costumbres cristianas, los cautivos son únicamente despojados, pero no reducidos á servidumbre, y solamente á los ricos se les obliga á un rescate. Por consiguiente, la justa guerra es causa de justa esclavitud, la cual, contraída por el derecho de gentes, lleva consigo la pérdida de la libertad y de los bienes. Pero por lo que toca á estos bárbaros, hay que hacer distinción entre aquellos que resistieron con las armas á los españoles y fueron vencidos por ellos, y aquellos otros que por prudencia ó por temor se entregaron á merced y potestad de los cristianos. Así como de la fortuna y libertad de aquellos puede decidir á su arbitrio el vencedor, así el reducir los otros á servidumbre y  despojarlos de sus
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Es obligación de un príncipe bueno y religioso tener cuenta en los rendidos con la justicia, en los vencidos con la humanidad, y no consentir crueldades ni contra unos ni contra otros, considerando también que así como los españoles, si llevaban buen propósito, tenían justa y piadosa causa para hacer la guerra, así también ellos tuvieron causa probable para rechazar la fuerza con la fuerza, no habiendo conocido todavía la justicia y la verdad que no podía ser conocida en pocos días ni por la sola afirmación de los cristianos, y que solo después de largo tiempo y por las obras mismas podía hacerse manifiesta; y así ni ha de culparse á los españoles porque llevando tan honrosa empresa les concediesen tiempo breve para deliberar, sin perder el tiempo en inútiles dilaciones, ni tampoco se ha de acusar á los bárbaros porque juzgasen cosa dura hacer tal mutación en su modo de vivir, solo porque se lo dijesen hombres ignorados y extraños. Sería, pues, contra toda equidad el
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reducir á servidumbre á estos bárbaros por la sola culpa de haber hecho resistencia en la guerra, á no ser aquellos que por su crueldad, pertinacia, perfidia y rebelión se hubiesen hecho dignos de que los vencedores los tratasen más bien según la rigurosa equidad que según el derecho de la guerra.
L.-De manera, que te parecería disposición muy humana y liberal el que aquellos
bárbaros que han recibido la religión cristiana y no rechazan el señorío del príncipe de
España, disfrutasen de iguales derechos que los demás cristianos y que los españoles
que están sometidos al imperio del rey.
D.-Por el contrario, me parecería cosa muy absurda, pues nada hay más contrario á la
justicia distributiva que dar iguales derechos á cosas desiguales lo cual se ha de evitar no sólo en los hombres tomados particularmente, sino también en la totalidad de las naciones, porque la varia condición de los hombres produce varias formas de gobierno y diversas especies de imperio justo. Á los hombres probos, humanos é inteligentes, les conviene el imperio civil, que es acomodado á hombres libres, ó el poder regio, que imita al paterno; á los bárbaros y á los que tienen poca discreción y humanidad les conviene el dominio heril y por eso no solamente los filósofos, sino también los teólogos más excelentes, na dudan en afirmar que hay algunas naciones á las cuales conviene el dominio heril más bien que el regio ó el civil; y esto lo fundan en dos razones: ó en que son siervos por naturaleza, como los que nacen en ciertas regiones y climas del mundo, ó en que por la depravación de las costumbres ó por otra causa, no pueden ser contenidos de otro modo dentro de los términos del deber. Una y otra causa concurren en estos bárbaros, todavía no bien pacificados. Tanta diferencia, pues, como la que hay entre pueblos libres y pueblos que por naturaleza son esclavos, otra tanta
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debe mediar entre el gobierno que se aplique á los españoles y el que se aplique á estos
bárbaros: para los unos conviene el imperio regio, para los otros el heril. El imperio regio, como dicen los filósofos, es muy semejante á la administración doméstica, porque en cierto modo la casa viene á ser un reino, y viceversa, el reino es una administración doméstica de una ciudad y de una nación ó de muchas. Al modo, pues, que en una casa grande hay hijos y siervos, y mezclados con unos y otros, ministros ó criados de  condición libre, y sobre todos ellos impera el justo y humano padre de familias, pero no del mismo modo ni con igual género de dominio, digo yo que á los españoles debe el rey óptimo y justo, si quiere, como debe, imitar á tal padre de familias, gobernarlos con imperio casi paternal; y á los bárbaros tratarlos como ministros ó servidores, pero de condición libre, con cierto imperio mixto y templado de heril y paternal, según su  condición y según lo exijan los tiempos.

-BIBLIOGRAFÏA:


 Controversia. DerechodeIndias.Esquema.
-Juan Ginés de Sepúlveda, J. Genesii Supulvedae Cordubensis Democrates alter, sive de justis belli causis apud Indos =Demócrates segundo o De las justas causas de la guerra contra los indios,   (PDF, está en la red).

 -Contra Ginés de Sepúlveda: entendimiento, capacidad y civilidad de los indígenas americanos (1550-1551) Bartolomé de las Casas, Juan Ginés de Sepúlveda y Domingo de Soto. Fragmentos de la discusión resumidos. (PDF, está en la red).
- Santiago Martínez Castilla, Juan Ginés de Sepúlveda y la guerra justa en la Conquista de América. (PDF, Pensamiento y Cultura, noviembre, número 009, Universidad de La Sabana, Colombia, está en la red).

 -Francisco Javier, González Pérez,  Università di Torino, De unico vocationis modo y el experimento de la Vera Paz, Una estrategia cognitiva revolucionaria en la conquista de América. (PDF, está en la red)
-Francisco Javier Glez. Pérez, de la Universidad de Torino,  en el Centro Virtual Cervantes,  http://cvc.cervantes.es/literatura/aispi/pdf/11/11_091.pdf


-Bartolomé de las Casas, Del único modo de atraer a todos los pueblos a la verdadera religión. Advertencia preliminar, Agustín Millares Carlo, Introducción Lewis Hamke.  
 México, F.C.E., 1942-1975. ( faltan los cinco primeros capítulos)
 -Bartolomé de las Casas, Cristianismo y defensa del indio americano, selección e introducción de Francisco Fernandez  Buey, Madrid, Los libros de la Catarata, 1999.
- Bartolomé de las Casas, Razones por las que no se debe dar los indios a los españoles en encomienda. (1542), en Bartolomé de las Casas, Cristianismo y defensa del indio americano, selección e introducción de Francisco Fernandez  Buey, op.cit, p.29.
-Bartolomé de las Casas,  Contra los perseguidores y calumniadores de los pueblos del nuevo mundo descubierto en el océano (1550-1551), en Bartolomé de las Casas, Cristianismo y defensa del indio americano, selección e introducción de Francisco Fernandez  Buey, op. cit p.39. ( pareciera un fragmento de la Apología)
- Bartolomé de las Casas, De la brevísima relación de la destrucción de las Indias.PDF, está en la red.
  - Alfonso Esponera Cerdán, Bartolomé de las Casas y la  esclavización de los negros, según las aportaciones de I.  Pérez Fernández, OP (+2001) Universidad de Valencia (PDF, está en la red).
-Jean Dumond, El amanecer de los derechos del hombre, la controversia de Valladolid, Encuentro- Fundación Elías de Tejada, Madrid, 1999.
-Juan Francisco Maura, The University of Vermont, Cobardía, crueldad y oportunismo español? : algunas valoraciones sobre la “verdadera” historia, de la conquista de la Nueva España. ( discute Teodorov e Inga Clendinnen) (PDF, está en la red)

CONTROVERSIA; resumen




[1]  Miguel Angel Verón, Las paradojas americanas, 3 de septiembre de 2008.
[2]  Nos referimos a Santiago Martínez Castilla. Ver llamada Nº3.
[3]  Santiago Martínez Castilla, Juan Ginés de Sepúlveda y la guerra justa en la Conquista de América, p. 134. (PDF, Pensamiento y Cultura, noviembre, número 009, Universidad de La Sabana, Colombia, está en la red).

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